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EL SATORI:
ES LA LIBERACION DEL EGO = LA ILUMINACION.
Todos los seres humanos tienen dos identidades – una sagrada y verdaderamente real, y la otra profana e ilusoria. La sagrada es la Naturaleza Búdica, el Dios interno. La profana es el ego ordinario de cada día, la personalidad  que preside sobre la consciencia con pretensiones monárquicas. Éste es el espectro tirano y opresor, por el cual, toda la práctica Chan, lucha para destronar y hacerlo desaparecer.
La salvación se realiza cuando, a través de cualquiera de los estados de liberacion o ayuda de la súper-consciencia, los cuales constituyen la experiencia religiosa, alcanzamos los apoyos de la montaña Nirvánica. Esto significa que nuestro ego ha trascendido por sí mismo y ha experimentado el Otro, el sagrado Yo. Pero este encuentro no sirve automáticamente para borrar el ego ficticio. Él tirano continúa hostigando nuestros pasos de ascenso en el Camino Ó hasta que finalmente somos privilegiados para presenciar la aniquilación del ego (Satori) y ser, aunque sea por unos momentos, nuestro Yo sagrado existente. El Satori demuestra más allá de toda duda que nosotros y dios somos uno. Hasta que no experimentamos el Satori, meramente creemos que hay un buda en nosotros. No lo conocemos y por cierto no podemos testificarlo. Podemos ser expertos religiosos; pero sin el Satori, solamente somos capaces de dar opiniones sobre la iluminación, somos.
La siguiente  es una lista de siete partes reconocibles o identificables de la experiencia del Satori:
1. La atención es captada por algo… una palabra o frase o sonido rítmico tal como una campana distante, gotas de agua cayendo, o una piedrita cayendo en la escalera.ECT
2. Nos envuelve una sensación de estar girando… como si el cerebro estuviera literalmente dando vuelta. Esto se llama, naturalmente muy adecuado, ‘dando vueltas en el asiento de la consciencia’ (paravritti). Una versión más débil de la misma sensación se siente al entrar en el samadhi.
3. Hay una consciencia de alejarse, de retroceder instantáneamente en el punto del horizonte que se desvanece o de ser extinguido como una vela que se apaga. Esto no es un desmayo como en perder la consciencia. No hay pérdida de consciencia. El sentido del Yo simplemente se va en un pestañar. Uno actualmente siente que se va.
4. Los sentidos continúan operando, ejemplo, el estimulo de la atención que se ha captado continua funcionando (el grillo continuó chillando) y la situación – los lugares y objetos alrededor – permanecen sin cambiar excepto que lucen extrañamente pacíficos y se ven con una claridad peculiar, firmes y frescos, definidos, como exquisitamente inmaculados. Hay algo en la distancia que se puede apreciar en la visión: es similar a mirar fijamente a la superficie plana de un diamante, y ver el momento preciso que uno correctamente enfoca el área completa de la habitación exactamente reflejada en la superficie minúscula.
5. Hay una alerta de retorno – al lugar donde uno se encontraba cuando se fue, cualquiera que hubiera sido.
6. Hay otra sensación de giro como si el cerebro estuviera otra vez girando en dirección opuesta
7. Hay un surgimiento inmediato de euforia.gritando.) La duración de esta euforia varía, desde varios días a varias semanas o más. Esta ‘subida’ comúnmente llamada “la enfermedad Zen”, “la Borrachera de Dios”, o el nombre dado por Platón, “la Locura Divina”, se caracteriza por una clase de éxtasis tonto que lo hace a uno querer bailar, saltar o cantar, prácticamente en un tiempo completamente inapropiado.
La experiencia del Satori completa dura no más de unos pocos segundos-

 

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