» Escalofríos Espirituales?»
¿Qué son los Escalofríos Espirituales?
Tener escalofríos que no están en absoluto relacionados con frío o enfermedades son un signo común de la actividad espiritual. Cuando estoy hablando de escalofríos, no es como que estás temblando … sino más como una energía que fluye, la que causa una sensación de hormigueo, un ligero estremecimiento, y tal vez incluso la piel de gallina.
¿Qué significan estos escalofríos “psíquicos”?
El mejor consejo que te puedo dar sobre cómo descifrar el significado de los escalofríos, ¡es prestar atención!
Los escalofríos espirituales son a menudo una señal directa de tus guías o ángeles. Los escalofríos pueden actuar como una validación de que estás en el camino correcto, o pueden significar una respuesta de “sí”, lo que confirma una verdad subyacente.
Los escalofríos espirituales y la piel de gallina son a menudo unas de las primeras sensaciones psíquicas que se abren para aquellos en el camino espiritual. Puedes sentir escalofríos por la mitad de tu cuerpo, en los brazos, las piernas, la parte superior de la cabeza, o realmente en cualquier lugar.
Para mí, el Espíritu a menudo utiliza los escalofríos como una señal suave, y sin embargo imposible de ignorar, para prestar atención porque es importante.
La próxima vez que sientas escalofríos, cambia a un modo de observador. Observa lo que estaba sucediendo a tu alrededor que te condujo al escalofrío espiritual, toma un respiro, y pregunta “¿Qué se supone que debo saber o entender”?. Ya sea que tu escalofrío psíquico o espiritual fue un resultado directo de un encuentro angelical, o con tu guía espiritual, o simplemente una validación de la verdad, sentir los escalofríos espirituales es una buena señal.
«El Coronavirus, visto desde el BUDISMO»
Discípulo:
Maestro, me cuesta tanto comprender que el Padre nos haya mandado un virus tan agresivo. ¿Cuál es el propósito?
Maestro:
El Padre no lo manda. Lo permite, que es diferente.La pandemia la generó el hombre a través de la violación constante de las leyes universales.
Discípulo:
Pero algo tan malo va a generar mucha destrucción.
Maestro:
El coronavirus no es malo. Tampoco es bueno. Es necesario, que es diferente. No existe nada malo para el universo. Si el coronavirus está presente es porque está permitido por la Divinidad, o no podría existir.
La idea del bien y del mal se genera en tu mente que juzga desde su archivo de ignorancia un suceso que en sí es neutro.
Discípulo:
Pero son tantas las personas que se están contagiando en el mundo, o se van a quedar sin tener ni qué comer. Tantos niños, ancianos, hombres y mujeres. Es muy injusto.
Maestro:
Lo injusto no existe dentro del amor universal. Eso existe sólo en tu mente que no comprende el propósito que hay en lo profundo.
Lo que sí existe es lo justo, lo preciso, lo exacto, lo correspondiente. Existe un proceso evolutivo necesario que consiste en una toma constante de información. Un ir aprendiendo a través de enfrentar las dificultades que la vida nos presenta, para que en medio del caos y del sufrimiento que se genera, descubramos el principio de amor que se encuentra en la vida misma. Y éste principio de amor es el que nos irá liberando de las limitaciones humanas, y nos hará correspondientes con experiencias de mucha más satisfacción y armonía.
Tienes que comprender que a nadie le sucede una experiencia que no le corresponda. Y si le corresponde la vivirá, aun cuando luche o se resista.El coronavirus no es malo. Es muy bueno, ya que de él están aprendiendo muchísimas personas. Se está elevando el nivel de conciencia del planeta, al vernos en la necesidad de desarrollar grandes herramientas de amor como son la aceptación, la valoración y la adaptación. La paciencia, la tolerancia, y el respeto.
Podrá ser una prueba difícil, pero mala no es. Tú estás creciendo gracias a ella. Si dejas de ver al coronavirus desde tus miedos, y lo empiezas a verlo desde tu comprensión, podrás reconocer el valor que hay en él. Así podrás pasar esta prueba que la vida te está presentando.
La decisión está en ti, y para eso la vida te dió un Libre Albedrío.
Se te concedió la facultad de tomar decisiones, y estas serán respetadas por el universo completo. Puedes darle la opción al miedo, al orgullo y al ego.
O puedes dársela al amor. La decisión es tuya. ¡Está en ti!
¿Qué decisión estás tomando? ¿Optaste por el miedo, o por el amor?
La decisión es tuya, pero tendrá un resultado, que también es tuyo, y tendrás que asumir.
Si te decidiste por el miedo, generarás destrucción en tu paz, en tu energía vital, en tus relaciones y en tu salud.
Si te decidiste por el amor pasarás la prueba que la vida te está presentando, y ya no necesitarás volver a sufrir más.
Dale la opción al amor. El camino siempre es el amor.
Discípulo:
¿Y qué es darle la opción al amor?
Maestro:
- Conviértete en un ser imperturbable. Invulnerable. Trabaja en ti para que tu paz y tu felicidad no dependan de lo externo.
- Deja de ver problemas, y empieza a ver oportunidades que puedes aprovechar para hacer un crecimiento interior.
- Desarrolla la aceptación. “Todo lo que sucede es perfecto, y si existe y sucede es porque tiene un propósito”. “Padre, que se haga tu voluntad.y no la mía”. “Muéstrame cómo te puedo servir mejor”.
- Aprende a fluir y a adaptarte. Actúa con sabiduría en lugar de reaccionar desde el miedo.
- Vigila tu pensamiento para que sólo vibre en la frecuencia del amor. Esto te llevará a tener claridad en la mente.
- No compartas tus miedos con los demás. Comparte solamente tu entusiasmo, y tu alegría.
- Vigila tu verbo.
Que tu palabra genere armonía, y haga sentir confiados y seguros a los demás.
Las dificultades no se solucionan luchando contra ellas.
Hazte amigo del coronavirus. No lo veas como algo malo, sino como algo necesario.
Y háblale: “Tú qué me estás enseñando”. “Eres valioso para mí y estoy dispuesto a aprender lo que me puedas enseñar”.
“En cuanto aprenda te puedes ir porque ya no te necesitaré”.
Aprovecha la oportunidad que en éste momento la vida te está presentando, para hacer un trabajo interior…🙏
El estado del alma determina la salud.
«Entrevista a Ghislaine Lanctot»
No hay ningún microbio exterior que haga enfermar, soy yo la creadora de mis enfermedades. Y ésta es la verdadera enfermedad del alma, el no saber que soy yo quien la está creando. Como yo pienso que no soy responsable, me imagino creadores exteriores: microbios, tumores, etc. Por ejemplo un simple catarro: hace frío, me cojo un catarro. Y puedes tener un catarro en verano, es un sinsentido, no tiene nada que ver con el frío. Con esta estructura de pensamiento voy generando la guerra hacia los factores exteriores.
Estoy griposo, ¿qué me receta?
–Nada.
¿Ni un poquito de Frenadol?
-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.
Pero, ¿me meto en la cama o no?
–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!
¡A los virus les da igual lo que yo crea!
–Ah, ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”.
Pues sí, como todos…
–Pues allá usted… Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en cama, reposaría, me relajaría, meditaría en cómo me he maltratado últimamente…
¿Se ha “regalado” una gripe, dice?
–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te haces para encontrarte contigo mismo.
Pero nadie desea una enfermedad…
–Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!
Quizá sea más práctica una pastillita…
–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan, traen siempre muertes.
No me dirá ahora que la medicina mata…
–¡Un tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a causa de efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos hospitalarios.
Morirían igual sin medicamentos, oiga.
–No. No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud, ¡es una medicina de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y de vida.
¿Medicina de enfermedad? Acláremelo…
–En la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O sea, ¡el médico cuidaba de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es, pues, el fracaso total.
Prefiere medicinas alternativas, pues…
–Respetan más el organismo que la medicina industrial, desde luego: homeopatía (¡será la medicina del siglo XXI!) acupuntura, fitoterapia, reflexoterapia, masoterapia… la practica del yoga… la meditación… Son más baratas… y menos peligrosas.
Pero no te salvan de un cáncer.
–¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?
Puede hacerlo, sí.
–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones, mutilarte con extirpaciones… ¡Y, encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive olvidando su alma (que es divina): la paz de tu alma será tu salud, porque tu cuerpo es el reflejo material de tu alma. Si te reencuentras con tu alma, si la pacificas…, ¡no habrá cáncer!
Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?
–Alimentaría su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina tus autodefensas. ¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad, convicción, delicadeza, terapias suaves…
Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.
–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo… Y si tu alma está en paz, eso jamás te hará falta.
Bien, pues tengamos el alma pacificada… pero, por si acaso, pongámonos vacunas.
–¡No! Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para multiplicarlas y cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con aluminio (eso la de la hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso a sus hijos?
Les he hecho inyectar ya varias…
–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé… ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus hijos!
Yo creo que seguiré vacunándolos…
–¿Por qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la mosca, pero siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos efectos secundarios…
¿Por qué abominó usted de la medicina?
–Yo me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices. Llegué a tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder mafioso de la industria médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que vive a costa de que estemos enfermos! Lo denuncié… y me echaron del Colegio de Médicos.
O sea, ya no puede usted recetar…
–¡Mejor! Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del máximo beneficio económico, y no pensando en nuestra salud. Al revés: si estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando dinero!
¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?
–A la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales farmacéuticas que la financian, a los gobiernos obedientes, a hospitales y a médicos (muchos por ignorancia)… ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!
No escoge usted enemigos pequeños…
–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.
¿Cuál ha sido su última enfermedad?
–Hace dos días, ja, ja… ¡una diarrea!
Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?
–Oh, no sé, no lo he analizado… Me he limitado a no comer… ¡y ya me siento bien!
Pero se pasa mal, ¿eh…?
–Ja, ja… Si la enfermedad te visita, ¡acógela, abrázala! ¡Haz la paz con ella! No salgas corriendo como loco en busca de un médico, de un salvador… Tu salvador vive dentro de ti. Tu salvador eres tú. ¡Dios esta en ti!
«La vida como un castillo de arena»
Para Reflexionar.!!
Somos todos niños a los que un fin de semana nuestros padres nos llevan a la playa y allí empezamos nuestro propósito, que es hacer un castillo de arena. Para algunos niños lo más importante es que su castillo sea grande y espectacular pero tienen tanta prisa en hacerlo que su base es inestable y en cualquier momento se puede caer. Otros se empeñan en que sea muy hermoso, lo adornan con conchas, pero por el peso de esas conchas acaban cayendo.
Algunos niños, cuando están a mitad de acabar su castillo, se dan cuenta de que ya no les gusta pero siguen igual, es demasiado esfuerzo volver a empezar, sin embargo otros son capaces de tirarlo y comenzar de cero, sin dejar de sonreír.
No todos empiezan igual, algunos niños no pueden elegir donde empezar su castillo y les toca una parte difícil, sin apenas arena o lleno de piedras, para otros es lo contrario, y empiezan ya con la mejor arena, el mejor material e incluso ayuda de sus padres.
Muchos niños se creen que tienen toda la tarde por delante para acabar su castillo, pero vienen sus padres antes de tiempo y le dicen que hay que volver, sin poder acabar su obra. Y al final no importa como sea tu castillo si grande o pequeño, hermoso o feo, si te ha supuesto un trabajo fácil o difícil, no importa porque cuando caiga la tarde tus padres te recogerán para volver a casa, y allí solo quedará tu castillo, pero sabes que tarde o temprano se lo llevaran las olas, y al día siguiente será otro niño el que construya el suyo.